Tengo una memoria muy arraigada, recuerdo una tarde de verano, yo en plena infancia, en esos días donde nada importa, llevando una vida con rutina, y ni sabia lo que era rutina, solo era asistir a clases, comer a mis horas, cumplir con mis deberes, ser educada, y divertirme, era tan sencillo.
Recuerdo muy bien estar en el árbol mas grande del patio, donde nos las habíamos ingeniado para hacer un columpio, solo basto una enorme llanta y una piola resistente, y listo, tomábamos nuestro turno para vencer a la gravedad.
Era una tarde de verano, muchas de mis compañeras ya se habían ido de vacaciones a sus hogares, mientras yo esperaba, pasaba bastante tiempo balanceándome en ese columpio, e imaginaba que podía volar, desde pequeña tuve una gran imaginación, no se si me quede dormida sobre el árbol, pero tuve la impresión de que volaba, y desperté sobre el césped, sin ningún rasguño, y jure que había volado, quizás me caí, quizás anhelaba tanto algo que mi mente me hizo creerlo, pero yo lo disfrute.
-Tan caprichosa como el viento- Era como se me decía de pequeña, el viento… goza de una gran libertad, puede ir a donde quiera, como quiera, a la velocidad que quiera.
Si fuera algún elemento natural quisiera ser el aire, y dejarme llevar, con una lenta melodía de Cat Power.