3 de agosto de 2010

Hasta atrás ( Cántaros de aguas negras )

Hago todo lo posible por vivir desmembrado como una marioneta, unido con hilos y jalado por una vaca. Sufro porque soy el único que sabe, al mirarla a los ojos, que no tengo nada para usted.
Hace anios que no sé cúantos días llevo desde la última vez que nos dieron las cinco de la mañana peinando una misma muñeca.
Sí quiero llegar a casa y reconocer, frente a mis dos perros, que he perdido. Ahora me inspiran ideas fútiles: se me antoja para una noche, por ejemplo, servirle tequila con alpiste a los pajaritos que visten y desvisten a Cenicienta en las películas de Disney, soltar los trenes de estas estación en un mismo acto inaugural, o tener foro para decir a los científicos que no puedo combinar dos químicos en una misma probeta.
Quisiera rematar mi currículum con un error de dedo; exprimir mi media naranja, detener mi rotación solar, tocar rumba y guaracha con una liga o una coca-cola de lata porque yo no soy el usted cree, el tipo que acompaña con revistas en las salas de espera del veterinario o dentista.
Soy el peor guardián de mi propio equilibrio, confieso. Trafico con pensamientos muertos y remiendo el alma con hilo dental para que huela a fluoruro.
Ninguno de mis embriones termina en cosas concretas (así que salga ya, huya, déjame en paz. Considéreme depredador; la soledad es dura. Las ganas son nada: una vela que se queda encendida cuando todos se han ido de la fiesta).
Si tengo talento para algo, lo uso para subir cántaros de aguas negras.
Moriré donde llueva como en el desierto: una vez al año. Despertaré cada 10 años seguidos para ver despertar más maltratado. Despertaré en otra vida donde no te he conocido y nadie me habla de ti.
En el fondo no tengo fondo: soy mil veces yo, ahora sin ti, cayendo con destino inexacto.